Lo que menos me gustó fue el pan: era de esos que cuando los aserruchas se desmigajan enteros. Como que no parecía muy fresco. Además, la miga no tenía consistencia. Era puro aire, vacío. Y más que crocante, la corteza estaba tirada más a lo duro. El cuello de cerdo, que creo que vendría siendo como la bondiola argentina o el Boston Butt Gringo (con el que se hace el famoso pulled pork), estaba derechamente duro. A veces tenía que tomarlo con las manos para poder desgarrar la carne. ¿Será que acá se come así no más? Porque este es uno de los lugares con mejores críticas.
El resto sí estaba bien, pero con esas dos cosas tan malas, no te salvas de sacar una nariz de chancho. El brócoli chino, llamado Gai Lan, se parece más a la acelga y es bien rica. La mayonesa con el char siu que es la BBQ de acá también funciona. Pero siempre he dicho que el pan es el ingrediente más importante, y después viene la proteína o ingrediente base. Ambos fallaron. Aun así, creo que le daría una segunda oportunidad con su sándwich de pollo frito.