Sabor bajo cero
Clodet, en Farellones
Cómo llegué
Una muy amiga mia, Catalina Cumsille (@catacumsille), me había comentado que “en la nieve” había unos sándwiches exquisitos. Por lo mismo, junto a un grupo de amigos inventamos cualquier excusa barata y partimos al Centro de Esquí El Colorado. Curiosamente, solo dos de las cinco personas que íbamos esquiarían. El resto, repartiríamos el día entre piscina, atrapar pokemones (admítanlo, tienen un poco de envidia) y comer y tomar. La única lata, es que descubrimos que para llegar al mencionado lugar de sánguches, había que pagar el ticket como si fuésemos a esquiar. Y como estábamos casi todos lesionados, decidimos buscar algún otro spot por ahí que nos pudiese sorprender. Así fue que llegamos a Clodet en Farellones, una sanguchería y cafetería de los mismos dueños del afamado “El Montañés”(de hecho, colindan). Con ese currículum, era difícil fallar. Pero fallaron.
El Local: Clodet en Farellones
Hay que decir que este local se hizo famoso por sus caldos de choritos. Tenían tres versiones, y servían de pociones mágicas para los esquiadores. Incluso, eran parte del eslogan del restorán, pero algo pasó que ya no habían. Hoy, quizás lamentablemente, se dedican a los sánguches y a la cafetería.
Dan ganas de decir que es un restaurante muy caro para lo que ofrecen, pero también hay que entender que por el lugar donde se encuentra, es difícil pillar precios más bajos. Los centros de esquí están aislados y eso se traspasa en los precios de todo: la bencina, los víveres de primera necesidad, salir a comer… ¡todo! Por eso, a pesar de que duele pagar $8.500 por un sándwich mediocre, había que acatar no más.
El sándwich
Vamos al sándwich: el pan andaba bien. Un frica bastante fresquito, blando, grande y de poca miga. Eché de menos un poco más de pollo, y mucho más guacamole, porque aplicaron el efecto McDonald’s o también conocido como “efecto Estadio Nacional”: ponerlo en el borde para que en la foto se vea bien, pero una vez que lo destapas, te encuentras con un sánguche tan vacío de guacamole como los cuchuflíes de la playa que solo tienen manjar en ambos bordes, y al centro, aire. Maldición. Si vamos a pagar sobre ocho lucas por un sanguchito, por lo menos pongámosle cariño pue!!
La lechuga es rica porque usaron una Lolo (o “Lollo Rosso”) que dura más y le aporta sabor al conjunto, además de una textura suave y sumarle en cuanto a decoración. El queso, tenía un sabor medio “provoletoso” debido a que habían partes bien gratinadas. Para mi, el punto alto de todo esto.
Foto tomada con mi Sony Xperia Z5
La experiencia y el servicio
Hasta aquí, estaba dudando si ponerle dos o tres narices. La línea que separaba la experiencia del “malo” y del “regular” era muy delgada. Pero si comenzamos a sumar los factores externos a la comida que hacen la experiencia integral, me veo obligado a ponerle solo dos narices. ¿Por qué? Anoten: me pedí un jugo “100% fruta fresca. Exprimido ahí mismo” según reza la carta, y me llegó uno de pulpa. Mal. La demora en que primero nos atendieran y luego nos trajeran la orden, fueron ambas eternas. Ni me pregunten cuando intentamos pagar: terminamos acercándonos a la barra para cancelar, porque si no, nos quedábamos ahí hasta la noche.
Si les sirve como aporte extra, les adjunto también una foto de una hamburguesa. Ustedes mismos pueden ver que le falta altura en la presentación, y en cuanto al sabor, andaba bien (bastaaaante mejor que mi pollo), pero la carne misma tiene ese aspecto de la clásica hamburguesa industrial. Prensada, sin el aspecto característico de la carne molida y sus mini pelotitas. Sabor semi plástico, un poco insípido. Pero con el resto de los ingredientes (salsa barbecue, tomates asados, queso mozzarella, tocino y cebolla frita), era difícil hacer algo muy malo. Si vienen, descarten por completo el pollo y mejor pidan esta hamburguesa. Y si pueden, vayan a otro lado.
En resumen
Como conclusión personal, sigo sin poder probar un sándwich de pollo decente. El que lo haya hecho, que por favor me pase el dato porque me encanta esa proteína, pero no he podido encontrarla bien hecha en medio de dos panes. La Titi Aguayo me jura que su hamburguesa de pollo me va a enamorar (aquí la receta por si la quieren hacer), ¿pero qué restaurante hace uno rico? Tarea pendiente para mi, y también para Clodet.