No quería, pero…

La Pocha Sanguchería

Cómo llegué

Como ya es casi normal que me pase, no tenía mucho tiempo para almorzar después de la reunión AM en TVN. Por eso, con la Emilia (@EmiliaDaiber) queríamos algún local que estuviese cerca del canal. Así, empecé a buscar dentro de las recomendaciones que ustedes me han dado (sí, tengo un Excel con TODAS sus sugerencias, así que sigan enviando!). Una que se repetía harto, era La Pocha Sanguchería, un local de sándwiches peruanos que había abierto hace poco en Avenida Lyon. Como soy fanático de la comida peruana, no me costó convencer a la Emilia y partimos.

Fotos tomadas con mi Sony Xperia X

Sanguchería La Pocha

Está ubicado detrás de París, dentro de un conjunto de locales en Avenida Lyon (cerca del Starbucks). Admito que me asusté un poco cuando llegué. Dentro de, igual tiene apariencia de un local de comida rápida, por las fotos de su menú y la barra con los combos arriba. Pero por suerte, al probar la comida todos esos miedos desaparecen.

Con una barra donde puedes ver el proceso de cocinan, cuentan con una “terraza” que son un par de mesas en el paseo, además de un segundo piso muy amplio y bien decorado. Recomiendo detenerse a leer las simpáticas frases que tienen enmarcadas en las paredes. 

Algo bueno es que cuentan con despacho a domicilio, así que si les tinca luego de leer esta crítica gastronómica, pueden visitarlos o simplemente pedirlo para la casa o la oficina.

La carta de sándwiches peruanos

Ofrecen nueve variedades de sándwiches (uno de ellos vegetariano!). Aquí les dejo la carta por si la quieren revisar en detalle.

Están los clásicos de Lomo Saltado, Chicharrón de Cerdo y el Acevichado. Además, ofrecen un par de hamburguesas, uno de Mechada a la peruana, y también uno de pavo. Este último no me tincaba para nada. Pero la Emilia se lo pidió en una ensalada (buuuuuu, pifias para ella jajaj), y me dijo que estaba IN-CRE-Í-BLE. Próxima visita lo pido, lo juro.
Esta vez, me pedí el de Lomo Saltado. Veamos qué tal.

El sándwich de Lomo Saltado

Es un clásico de la comida peruana. Primero al plato, y hace un tiempo llevado a sánguche, es el plato ícono de nuestro país vecino junto al ceviche. En general, en las sangucherías peruanas busco alguna variación de este sándwich. Pero como mis últimos sándwiches de Lomo Saltado no habían sido los mejores, le quise dar una oportunidad. Y pucha que valió la pena.

Vamos por partes, como diría Jack El Destripador. Primero, el pan. Es un ciabatta peruano. Ojo aquí, porque es muuuuy distinto al Ciabatta que estamos acostumbrados. El “nuestro” es blanquito, con harina arriba, y bien crocante. El Ciabatta peruano es más blando, con una corteza más oscura. Es bien esponjoso. Por lo general, prefiero el nuestro, pero aquí me hicieron dudar. Porque estaba bueno, bien bueno. Y al ser tan esponjoso, permitía absorber los jugos de la carne (les cuento que escribiendo esto me está dando hambre, y me paré a buscar algo. Lamentablemente, no hay sándwiches de Lomo Saltado en mi refrigerador).

El lomo de res… ufffff, me cuesta hablar de él, porque empiezo a babear al tiro. Es que no entiendo cómo la cocina peruana ha logrado ese nivel de sabor. ¡Qué rico que es probar esos sabores! Y bien mezcladito con la cebolla y unos generosos trozos de pimentones, hacen que tu boca se excite recibiendo tanta sazón. Jugoso como pocos sánguches, el conjunto alcanzaba a humectar un poco el pan de la base, pero lo justo para que no se remojara y se deshiciera. No. Era la justa medida.

Las papas hilo bien crocantes como tienen que ser, le dan ese crunchy tan necesario en un pan como este. Porque recordemos que este pan es esponjoso, así que era clave tener un ingrediente como estas papas.

En resumen

No quería ponerle las cinco narices de chancho. Les juro que no quería. Es que venía un poco contrariado por lo que les comenté al principio. El local no es el mejor, y me hubiese encantado que se respirasen más aires peruanos. Que no estuviese ubicado en un paseo de locales comerciales. Y que vendan cerveza (están tramitando la patente), porque sabemos que el mejor amigo de un buen sándwich es una cerveza helada. Y que si ofrecen jugos, no sean de pulpa (pedí uno de mango muy malo, pasado a azúcar). Todo eso le quita magia. Pero lo que no le quita es sabor. Quedé loco con ese sándwich. Me encantó. Y al recordar cada mordisco, no puedo evitar ponerle la nota que merece. Cinco sagradas narices de chancho, que lo consagran, hasta ahora, como el mejor sánguche de Lomo Saltado que he probado. Hasta ahora.