El servicio que mató al sándwich
Lusitano Barrio Italia
Cómo llegué
Una marca de alcoholes que está muy de moda en el último tiempo, me invitó a probar el restaurante Lusitano de Barrio Italia. Varios amigos me habían hablado del lugar, así que acepté feliz. Eso sí, les dejé en claro que esto es un proyecto de críticas gastronómicas, y si no me gustaba, lo iba a reflejar en este sitio. A ver qué tal…
El local: Lusitano de Barrio Italia
Les diría que este apartado es de los puntos que más destaca. Es bien taquilla, amplio, y tienes varios secciones. A qué voy con esto. Cuando entras, a la izquierda tienes el comedor principal bajo techo. A la derecha, una heladería propia con helados artesanales con sabores como Snickers, Arroz con Leche y Plátano Manjar. Si sigues por el pasillo central, te encuentras con una exquisita terraza con harto verde. A un costado de ella, hay un almacén donde puedes comprar algunos productos gourmet que usan en la cocina. Y para terminar, hay otra terraza en el segundo piso, que para mi es el mejor lugar para sentarse. Y sí. Ahí me senté.
La Carta
Este es un restaurante de comida mediterránea, y bien enfocada en lo portugués. Harto queso, ajo y mariscos dando vuelta por ahí. Sobre los sándwiches, ofrecen 11 variedades distintas, donde el que que recomiendan de entrada es la “Francesinha”, que tiene embutidos, carne, huevo, queso y “salsa especial”.
También hay uno vegetariano. Se llama “Naturista” y es una croqueta de quinoa, con verduras asadas, pesto y rúcula.
La lata fue que, ya que la recomendaban tanto, pedimos la “Francesinha” y, siete u ocho minutos después, se nos acercan para decirnos que no había. ¡Por qué no nos dijeron al principio! Nuestra infinita hambre se los hubiese agradecido. Pero bueno…
El Sándwich: Mechada Luquitana
Aquí les pido su ayuda. ¿Qué hacer cuando el sándwich es exquisito por donde se le mire, pero la atención y la experiencia en general fueron pésimas? Solo porque había un evento de una marca asumo que no es tanta culpa del restorán y quizás sí de la activación misma. Vamos.
Amé el pan. Grande. Era de campo, de esos que tienen harina encima (como el Ciabatta, para que se hagan una idea). Además, tenía unos pedacitos tostados, casi “quemados” en el buen sentido, que me volvieron loco. Casi como si fuesen chicharrones. Muy rico, crujiente a más no poder por fuera, y blandito por dentro. Un siete hasta aquí.
Una muy buena práctica y que todos debiesen copiar, era que tenía harto de cada ingrediente. Nada de poner una hojita por aquí y otra por allá. O la mechada al borde para que se vea contundente pero luego abres el sándwich y te encuentras con aire. No. Aquí se notaba cariño.
El queso tenía partes como quemadas que me encantan. Eran puntos “bieeeeen gratinados”.
La salsa pomodoro fresquísima y muy sabrosa. Se nota el verdadero sabor de un glorioso tomate, que debe haber muerto como un mártir, en pos de un sánguche magnífico.Sobre la carne, mi amigo Andrés Lagos resumió mi sentir.Dijo “cuando tienes buena carne y buen pan, el sándwich no puede ser malo. Es la pareja perfecta”. Tal cual, aunque para el bronce faltaría asegurar una buena mayonesa. Mira que una mala te puedo mandar a la basura todo el resto.
Las papas fritas que acompañaban, eran pocas. Muy pocas, como pueden ver en la foto. Y según el mismo Andrés, experto papafrístico, las papas eran “reales” (no de bolsa), pero congeladas. Mal ahí. Ni las terminamos, y nos pedimos una Lager Imperial para pasar el mal rato. Bien helada y refrescante, es una cerveza hecha en Punta Arenas por los mismos que producen la Cerveza Austral.
En resumen
El servicio fue malo. Se demoraron muchísimo tanto en recibirnos como también en traernos la cuenta.
Nos “dieron la bienvenida” con una tabla, invitación de la marca, que casi ni la tocamos porque era más fome que chupar un clavo. Con unas tostadas añejas y con dos cocktails cuando éramos tres en la mesa. Servicio al cliente 101.
Para pedir también fue un caos porque el mesero no manejaba la carta. Súmenle el “incidente de la Francesinha”cuando estábamos muertos de hambre, y las ganas de tirarnos encima de él para ahorcarlo no eran menores jajaja.
Como describí arriba, el sándwich estaba riquísimo. Para volver a pedirlo (¿pero en otro restorán quizás?). Pero todos sabemos que es imposible separar el sabor de un plato con la experiencia completa de servicio, precio, y otros factores. Por lo mismo, dejo esta visita en tres narices de chancho, y con ganas de robar la receta para replicar el sánguche en mi casa