Vengan. Pero no pidan hamburguesa.
Quinoa restaurante
Cómo llegué
Una muy amiga mía, Mila Razmilic (@MilaSRT), me llevaba molestando harto tiempo con que “365 Sánguchez” me iba a matar. Que mucha grasa. Mucho queso. Que frituras. Que tocinos. Ella, amante de la comida saludable, y preocupada por mi salud, me dijo que incluyera más sándwiches vegetarianos al proyecto. Y convencida de tener el lugar perfecto, me llevó al Quinoa Restaurante a probar “el mejor restaurante vegetariano de Santiago”, según sus propias palabras.
Quinoa restaurante
Ubicado en Luis Pasteur, justo al frente del colegio Alianza Francesa, Quinoa Restaurante es el punto de encuentro de todos los amantes de la comida vegetariana y vegana. Y es que han logrado ganarse un nombre a punta de preparaciones cuidadas, con materia prima bien seleccionada y platos gourmet. Así, aquí puedes probar cosas como un risotto de quinoa con zapallo y Parmesano. O también unos burritos veganos. Lo que más me gustó, es que escapan del típico plato vegetariano fome. Aquí, comer vegano o vegetariano es un lujo. De alta cocina.
El local del Quinoa Restaurante es una casa. Adentro tiene dos grandes salones, y además, frente a la caja, tienen varios productos a la venta. También puedes pedir para llevar (solo un par de productos). Aquí les dejo su página webpara que le echen un vistazo.
La carta de sándwiches vegetarianos
Corta. Muy corta. Tanto, que solo tienen una opción. Y es que Quinoa Restaurante es especialista en comida vegetariana. No en sándwiches vegetarianos. Así, ofrecen una hamburguesa de quinoa (obvio), con tomate, palta, lechuga, pepinos By Maria y mayonesa de merkén (sin huevo). Antes tenían uno de berenjena con queso de cabra que era harto rico, pero ya no está.
La hamburguesa de quinoa
Partamos por lo mejor: todo lo que probé que no era la hamburguesa. Suena hasta cómico, ¡pero es verdad! En el Quinoa Restaurante probé un ceviche de cochayuyo, mango y aderezo thai que estaba impresionante. También comí algo que se llamaba como “capenoto”, muy rico.
Y pasando a la hamburguesa, es donde me comienza a dar pena escribir esta crítica. Porque todo lo que comí era muy bueno, salgo la hamburguesa de quinoa. Les explico por qué.
Lo mejor era el kétchup casero, que lo hacen en base a tomates deshidratados (según la Mila). A mi no me gusta el kétchup en general, pero este estaba muy bueno. La hamburguesa venía con dos tipos de bastones. Los de camote, muy ricos. Los de papa, no tanto.
Eso era lo mejorcito. Ahora vamos a lo que no me gustó.
El pan, que el mismísimo Rodolfo Guzmán, chef del Boragó, recomienda, lo encontré malísimo. Duro. Muy duro. Y seco.
La hamburguesa misma, tenía cilantro (o perejil, me voy a morir sin poder diferenciarlo jajaj), que le aportaba algo de humedad. Bien ahí en cuanto a la técnica. Pero la hamburguesa estaba muy seca. Si no fuese por la palta, hubiese sido un total fracaso.
Y nuevamente, me pasó que sentí que los ingredientes no estaban conectados entre sí. Solo montados uno sobre otro. Y con poco cariño, como ven en la foto.
En resumen
Es un excelente restaurante, pero sin una buena opción de sándwich vegetariano.
Poniéndome en sus zapatos, hay que admitir que las hamburguesas de quinoa son bien secas por sí mismas. Tanto, que incluso es difícil lograr que tenga forma de hamburguesa, porque es difícil que se peguen sus semillas. Siento que es mejor jugada eliminar este plato y volver a incluir el sándwich de berenjena, o jugar con otros elementos que le aporten más sabor y también más “jugos”. Incluso este mismo sándwich, con más salsa, hubiese mejorado harto. Consejo: no solo poner la salsa sobre el pan, sino que combinar también con las verduras.
Me voy feliz de haber descubierto este restaurante, pero triste por la hamburguesa. Si quieren comer vegano y rico, vengan seguro. Pero pídanse otras cosas de la carta. Me lo agradecerán.
